REALIZADO POR: ROGELIO MEJÍA MORENO
La identidad personal, es un proceso ya que incluye la dimensión temporal: supone las sucesivas conductas de elección que van marcando una orientación hacia determinado campo de la realidad.
En el niño se encuentran las primeras elecciones cargadas de fantasías, ligadas al deseo de ser grande: el niño juega a ser doctor, maestro, alumno, superhéroe… copiando las formas de comportamiento que observa en su mundo real e imaginario. Hacia los 10 u 11 años aumenta la preocupación por la realidad, sumada a la experiencia escolar acumulada que permite diferenciar gustos, reconocer habilidades y así ir construyendo la imágen de sí mismo.
Durante la pubertad y adolescencia el individuo realiza elecciones “tentativas”. Si bien suele haber un mayor reconocimiento de sus intereses y aptitudes, la crisis normal de identidad personal atenta contra la posibilidad de concretar una imágen de sí mismo futuro. Esta experiencia de tanteo se da en todos los órdenes: en los hobbies, salidas o deportes que practica, pero también en su vestimenta, amigos, parejas. Es recién hacia los 17 o 18 años en que el adolescente se acerca a elecciones realistas, por la progresiva resolución de la crisis adolescente pero también porque la realidad externa lo exige ante la finalización de los estudios secundarios.
Es importante saber que este proceso puede detenerse respondiendo a las características personales de cada sujeto y a la presión ejercida por diversas circunstancias externas. Los adolescentes conocen muchas veces sus intereses pero no su origen profundo, vinculado con sus motivos e inclinaciones verdaderos. La evolución de la identidad vocacional está directamente ligada a la imágen de sí mismo, y por lo tanto a la construcción de la identidad personal. La identidad hace referencia a la consistencia que caracteriza a un individuo a pesar de los cambios que ocurren en el tiempo, a medida que se avanza por sucesivas etapas vitales; es el reconocimiento de nuestra irrepetible singularidad.
Será ardua la tarea del adolescente por los intensos cambios que atraviesa: abandona su cuerpo infantil, pierde su identidad de niño y su seguridad, cambia la relación de dependencia hacia sus padres, cambia su vínculo con otras figuras de autoridad, la sociedad le exige que asuma nuevos roles… El adolescente no sólo se preguntará ¿quién soy? sino ¿quién seré? y ¿quién soy yo para los otros?. La dimensión social de la identidad personal y vocacional es evidente: se desea ser ingeniero o cantante “al estilo” de alguien.
La identidad vocacional-ocupacional surge de la autopercepción a lo largo del tiempo en término de roles ocupacionales: es la respuesta al por qué y para qué se elige un rol ocupacional. Esta identidad se asienta en las identificaciones infantiles integradas con otras nuevas: con figuras ideales, con docentes, con amigos y compañeros, e incluso con grupos (sociales, religiosos, políticos, etc.)
El adolescente debe pasar de una identidad asignada y reconocida a una identidad asumida. No sólo se trata de ser conciente de su estar en el mundo sino en conquistar el lugar desde el cual poder desarrollarse como persona. La construcción de la identidad vocacional-ocupacional es parte de este proceso, que conduce al sujeto al descubrimiento y apropiación de “su espacio único”.
yo opino que la identidad de uno mismo es inportante por que algunos chavos tratan de imitar a personas amigos famosos y eso n esta vien por que no son ellos mismos
ResponderEliminarhay que tratar de ser tu mismo
ba yo le doy un voto a ese comentario, poro lo mas importante es creer en nosotros mismos y confiar mas en nosotros, y el creernos que existimos y somos importantes.
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